¡Citius, Altius, Fortius!, estos adjetivos convertidos en frase, querido amigo lector, son clave para empezar a entender esta historia sobre la fiesta griega del musculo y la entrega por el agrado de los dioses, el nombre de la patria y la gloria personal que empezaremos a abordar en este texto. “Más rápido, más alto, más fuerte”, traducción de la frase insignia del Olimpismo, son términos que solo se entienden en el marco del esfuerzo máximo y la entrega total a unos ideales que el Barón Pierre de Coubertin legó a la posteridad, herencia que permea a cada nación y cada deportista del mundo, convirtiendo este movimiento en la fuerza social más relevante del mundo contemporáneo.
Cada cuatro años, lo más selecto del deporte se reúne en torno al mayor evento social y deportivo de la humanidad, a la fuerza sociológica más importante del siglo XX (Durántez, 2009, p. 14), a la culminación máxima de las manifestaciones deportivas (Repolles, 1972, p. 173), los Juegos Olímpicos, buscando la gloria de la medalla como premio al esfuerzo y a las largas horas de entrenamiento para el honor propio y la alegría patria…
Esa presea representa el mayor incentivo que un deportista de elite quisiera alcanzar, significa llegar a la epitome de la excelencia.